Aprendí rápido a manipular la montadora, rascar el celuloide y pegar con acetona las bobinas de película de tres en tres, a enhebrar la película con los bucles apropiados en el laberinto de rodillos, los objetivos y correderas del cinemascope, el volumen de audio, limpiarlo todo, anotar cada descubrimiento hasta dejar por escrito un “manual de uso” para el futuro, si algún futuro podía esperar a aquella anciana humeante. No sé que habrá sido de ella…


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