PRIMEROS PASOS DEL BENJAMÍN
INTRODUCCIÓN
Corría el año 1956, todavía época de bastante hambre y miseria, cuando algunos tudelanos comenzaron a darse cuenta de que el vacío no solo correspondía al estómago, sino también a la cabeza, y no tanto por predisposición natural cuanto por falta de medios. Y algunos comenzaban a preguntarse cómo era posible que la segunda ciudad de Navarra, “capital de la Ribera”, tuviera que enviar a sus hijos más avispados (y con algún medio en casa) a examinarse de ingreso de bachiller a los 10 años a Zaragoza o a Calahorra. Por cierto, esta última de menor categoría que la nuestra. Además, ya era hora de que Pamplona reconociera la importancia de Tudela.
Conclusión: nuestra ciudad necesitaba urgentemente un Instituto de 2ª Enseñanza.
Y alguien debió tener una buena idea: que fuera la hoy llamada “sociedad civil” la protagonista de la exigencia. Y por eso, ahí que nos vienen La Sociedad de Amigos del País”, ya entonces casi muerta, y el Patronato de Castel-Ruiz (compuesto por miembros pertenecientes al Cabildo y al Ayuntamiento) con sendos escritos pidiendo a los ediles de nuestra ciudad que trabajen intensamente para conseguir la llegada del ansiado Instituto. Como vemos, de “sociedad civil” más bien muy poco, ya que el Ayuntamiento, presente en el Patronato de Castel-Ruiz, pide al Ayuntamiento que solicite la concesión. Pero sirvió como principio.
Pero seamos honrados. Si alguien en aquella época debía dar algún paso en esta dirección era sin duda el Patronato de Castel-Ruiz. Y ello merece una explicación.
Fue Manuel Castel-Ruiz un presbítero de Tudela que falleció en Roma el 6 de Julio de 1797. En su testamento instituye por herederos fideicomisarios de su herencia y perpetuos patronos al Cabildo de la Catedral y al Ayuntamiento de Tudela para fundar un colegio que llevara su apellido y privativo para los naturales de la ciudad, siendo preferidos sus parientes, aunque hubieran nacido fuera de Tudela.
A partir de ahí, en el edificio que hoy conocemos como Castel-Ruiz, y en gran medida con cargo a los bienes de su fundación, se han desarrollado las siguientes disciplinas docentes:
1825–1838. Seminario Conciliar. Se cerró por no ajustarse a la voluntad del benefactor.
1839–1850. Instituto de 2′ Enseñanza. Se cierra por dificultades de mantenimiento.
1851-1859. Escuela elemental de Agricultura. Se cierra por falta de medios económicos.
1859-1871. Instituto Local de Castel-Ruiz. Se cierra por falta de medios. 1871-1885. Escuela de la Enseñanza.
1895-1902. Convenio con el colegio de Jesuitas. Consiste en una subvención para becar a los alumnos de Tudela. Al ser suspendido el Patronato, cesó el convenio.
1903 Se reanuda el convenio con colegio de Jesuitas. Repuesto el Patronato, se reanuda el convenio con relación a estudios de 2a enseñanza.
1928 Instituto de 2′ Enseñanza
Como es lógico, y obligado, los dos institutos de 2ª Enseñanza (el de 1839 y el de 1928) se denominaron “Manuel Castel-Ruiz”.
INICIO DEL PROCESO.-
Esta pequeña reseña justifica perfectamente el protagonismo del Patronato CastelRuiz en los comienzos del proceso. Aunque ya sabemos que de su mano iba la Sociedad de Amigos del País.
Sin embargo, cuando el Ayuntamiento tramita la petición, el Ministerio contesta que no puede acceder a la misma por carecer de presupuesto. Parece que esta respuesta enfría los ánimos y habrá que esperar casi tres años para ver movimiento. Serán otra vez Amigos del País y Castel-Ruiz quienes lo encabecen, pero ahora les seguirán otros. Entre ellos, el Sr. Arregui en nombre de F.E.T. y de las J.O.N.S. Como se puede imaginar, esto ya eran palabras mayores.
Posiblemente el ambiente comenzaba a presionar hasta el punto de que Diputación tampoco quiere quedarse fuera de juego y será el diputado por la Merindad de Tudela quien convoque a los Alcaldes de la zona quienes acuerdan apoyar la petición de un Instituto y de una escuela de Capacitación Agraria.
Pero en Madrid seguía andando mucho viento y no oían bien lo que desde una pequeña ciudad navarra se les empezaba a gritar.
Por fin, y después de otros tres años, en el pleno de 23 de Marzo de 1962, el Alcalde comunica la buena disposición del Ministerio que solo pone dos condiciones:
- 1′ que se solicite razonadamente
- 2′ que con cargo al Ayuntamiento pongan a su disposición el edificio y el amueblarniento. ¡! Y PARA ESTO, 6 AÑOS ¡!
Naturalmente, no se entiende con facilidad. Quizás nos sea preciso situamos en aquella época y en aquellas circunstancias. Porque han transcurrido ya más de quince años del final de la llamada “guerra civil” y la sociedad española comienza a mejorar un poco su nivel de vida. Estamos a las puertas del llamado desarrollismo de la década de los sesenta y la demografía española se va recuperando de la tragedia bélica. Es por ello que aumentará el número de jóvenes que quieren estudiar y será inevitable ampliar los medios educativos.
Ahora bien, precisamente esta situación hace más injustificable este retraso no ya de 6 años, sino de 10 que serán los que median entre la primera petición y el comienzo de la andadura de nuestro centro.
Quizás, si hurgamos en la intrahistoria podamos atisbar alguna explicación para esta demora, ya que las razones del Ministerio no convencen a nadie.
No está escrito, pero si muy “hablado”, que el colegio privado, que desde hacía muchos años protagonizó la enseñanza del bachiller en Tudela casi de manera exclusiva, no veía con buenos ojos la creación de un centro público de bachillerato. Y
en cierta medida resultaba comprensible, ya que no dejaba de ser una competencia no ya solo profesional, sino también, al menos con el tiempo, ideológica.
Como tampoco está muy razonada la oposición que los concejales Alfaro e Iturralde muestran a la compra de terrenos para el instituto, según consta en las actas del Ayuntamiento, ni es muy comprensible la impugnación que el Sr. Sevillano y consortes presentan contra el presupuesto extra para la compra de los mismos.
Es posible que todo ello explique la mala fama que algunas personas, bien identificadas, procuraron extender en aquella sociedad durante los primeros años de vida del “Benjamín”.
Pero, volviendo a 1962, año de la concesión del Ministerio, parece ser que el optimismo se extendió por la mayoría de los sectores de nuestra ciudad y de la comarca. Y, en ese ambiente, el Ayuntamiento recibe una carta de un joven arquitecto de 27 años, Rafael Moneo Vallés, que más adelante se convertiría en unos de los arquitectos más valorados del mundo, ofreciéndose para redactar el proyecto y dirigir las obras. Sin embargo, y no conocemos el motivo, el Ministerio impuso, y eso que no pagaba él, como redactor del proyecto a D. Marciano Hernández Serrano, arquitecto de dicha institución, ayudado por el arquitecto tudelano D. Enrique Delso Calavia, asesor del Ayuntamiento. El presupuesto que presentaron de la obra ascendía a 22.209.496,51 pts. (en tomo a 130.00 € actuales), el lugar de su emplazamiento sería el denominado “Delanteras Bajas”, en el término de “Huertas Mayores”, y con una capacidad para 1.000 alumnos.
Pero desde la concesión del Ministerio hasta que el Ayuntamiento aprueba este proyecto han pasado otros dos años ya que lo hace en el pleno de 10/4/1964. El Ministerio los aprobará en su aspecto arquitectónico en Junio de ese mismo año.
Y cuando todo parecía despejado, al mes siguiente la Diputación Foral, ante la petición del Ayuntamiento solicitando que se haga cargo de la construcción e instalación del Instituto, se descuelga acordando que quede en suspenso dicha petición hasta tanto se realice eI estudio del Plan de Enseñanza para Navarra, es decir, por tiempo indefinido.
De extrema gravedad calificó el Alcalde de Tudela este acuerdo, aunque más bien parece un monumento a la estupidez si no fuera porque siempre en estos casos hay alguna razón oculta e inconfesable.
El escándalo se subsanó y el Ayuntamiento, en sesión de 5/9/1964 agradece el acuerdo de Diputación por el que se compromete a subvencionar el 75% del presupuesto global y el 1.760.000 pts. de la compra del terreno pero con una doble condición: el edificio es de su propiedad (sufragará los gastos de mantenimiento) y suyo será el personal administrativo y subalterno. Cierto es que por acuerdo del Pleno del Ayuntamiento de 17/9/1966, se solicita a Diputación que se haga cargo del 100% (como por lo visto hizo en Pamplona), a lo que esta accede advirtiendo que igual norma seguirá en los casos de institutos o colegios adoptados en las cabezas de merindad.
DEL PROYECTO.
Ya hemos dicho que el edificio debería disponer de unas 1.000 plazas para albergar las necesidades de Tudela y la Comarca. Y así fue proyectado, con un tanto por ciento alto de aulas capacitadas para 40 alumnos.
Además de esta condición, el Ministerio exigía al Ayuntamiento que dotara al edificio con todas las instalaciones y mobiliario necesarios para la enseñanza del bachiller elemental, del superior y del preuniversitario y para el funcionamiento de los servicios administrativos y demás instalaciones complementarias; e igualmente las viviendas necesarias para el profesorado y personal administrativo del Instituto mientras estuvieran afectos al centro (pleno 23 de mayo de 1962)
Es notorio que esta última parte nunca se cumplió, y eso que el Director General de Enseñanzas Medias, D. Jesús Rubio, dijo que todas las condiciones debían cumplirse para que fuera aprobado el decreto de creación del Instituto.
Como es natural, el edificio básicamente es el mismo de ahora, pero con alguna diferencia. Por ejemplo, no existían los pasillos de la zona oeste ni tampoco el gimnasio grande. Sin embargo, en el pleno del 28/10/1966 Diputación ordena al arquitecto que pare las obras de vivienda del director en el que llamaban “instituto femenino”, ya que nadie las ha autorizado.
Y hablamos de instituto femenino porque obligadamente así lo dispusieron: las chicas tendrían toda la parte sur para sus actividades y los chicos la parte norte. Además, el antiguo despachito del Jefe de Estudios sería para el servicio del director espiritual, la actual jefatura para la capilla con el Santísimo y el aula polivalente para las “grandes celebraciones litúrgicas”. A nadie puede extrañar tampoco que cada clase tuviera su crucifijo.
Pero aún no llevaba 2 años funcionando el Centro que ya hubo necesidad de ampliaciones ante el aumento de matrícula y carencias notorias. Por ello, el Ayuntamiento, a sugerencia del Director del Instituto, aprobó solicitar lo siguiente:
que se pusieran estrados en todas las clases
que se ampliara el gimnasio
calefacción en el mismo
baños en el mismo y en los patios
adaptación aula de hogar, aula de música y otros medios audiovisuales
comprar un solar para construir comedores, residencia y colegio menor
El Director del Centro quería un colegio menor con capacidad para 150 alumnos en régimen de internado y para 600 más, si fuera preciso, en régimen de semipensionistas.
Como carta a los Reyes Magos de aquella época quedó preciosa la petición, pero nada más.
Sin embargo, en 1972 el Director seguía insistiendo, pero esta vez quería construir un recreo cubierto y un campo de fútbol reglamentario (además de otras cosas). Tampoco tuvo mucho éxito la petición.
Y en 1973 el nuevo Director vuelve a solicitar un colegio menor. Diputación pide al Ayuntamiento que urgentemente ponga a su disposición los terrenos necesarios. Y aquí es donde se pierde la pista de estas maravillosas aspiraciones.
DEL NOMBRE.-
El 2 de Agosto de 1965 el Patronato Castel-Ruiz manda al Ayuntamiento un escrito solicitando que el Instituto se denomine “Manuel Castel-Ruiz”. A nadie le podía extrañar ya que los dos institutos que hubo en nuestra ciudad en épocas pasadas tuvieron ese nombre.
En el pleno de 6/8/ 1965 el Ayuntamiento mostró su acuerdo a esta propuesta, aunque el concejal Urzaiz propone que se denomine “Instituto de la Ribera” o “Blanca de Navarra”.
La Diputación, en acuerdo de 21/8/1965, también muestra su apoyo a la titulación de “Manuel Castel-Ruiz”.
Sin embargo, los duendes, de manera sorprendente, lograron que esta cuestión desapareciera del mapa. Y no sabemos por qué ni por qué no. Nadie hizo comentario al respecto, aunque es cierto que el testamento de Manuel Castel-Ruiz habla de fundar un colegio con sus fondos privativo para los naturales de la ciudad. Pero si el propio Patronato y el Ayuntamiento no se enteraron de esta condición (o no quisieron enterarse), sorprendería, y mucho, que el Ministerio la conociera.
Hubo que esperar 10 años de vida para que en un claustro de Abril de 1978 se procediera al bautizo de nuestro Centro. Y tampoco, a pesar de la espera, se celebró una gran fiesta. Simplemente, en el acta se recoge el acuerdo en unas pocas líneas dando cuenta de las propuestas y de la votación.
Tres fueron los nombres propuestos: Benjamín de Tudela, Yehuda ha-Leví y Fray Pedro Malón de Echaide. Curiosamente, solo de Benjamín de Tudela se hace una pequeña reseña.
Y el resultado que arrojó la votación fue el siguiente:
– Benjamín de Tudela 19 votos
– Yehuda ha-Levi… 6 votos
– Malón de Echaide… 2 votos
Pero sí es cierto que se produjeron bastantes abstenciones, lo que no deja de ser lógico ya que la inmensa mayoría del profesorado era interino, procedente de fuera de Tudela y con la esperanza de marchar pronto de aquí.
Visto el parecer del Claustro, el Consejo Nacional de Educación hizo público el dictamen con la denominación del Centro.
50 años son los que celebra el “Benjamín” cuando se redactan estas líneas.
¡QUE LOS DIOSES LE DEN LARGA Y FRUCTÍFERA VIDA!
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